Me siento estafada...

...y eso me pasa por ser demasiado compasiva con la gente.

Hace semanas que sirvo de paño de lágrimas y consejera sentimental de un amigo. Es un papel que nunca me ha gustado, la gente deprimida no es que me encante, y encima nunca sé qué decir. Pero el chaval me cae muy muy bien, así que he aguantado con mi mejor cara y le he dado mis mejores consejos.

El pobre hombre está enamoradísimo de una chica que tiene pareja. Es una relación imposible, supongo. Llevo semanas escuchando lo mucho que la quiere, que nunca ha conocido a nadie como ella, que lo está pasando fatal,... Y yo, animándolo a contarselo todo... intentando que no pierda la esperanza, porque nunca se sabe... planeando “quedadas” y actividades para mantenerle ocupado y que no se deprima... Y así nos pasamos las horas dando vueltas al tema, no se puede hablar de nada más.

Y es que a mi me da una penita impresionante. Realmente lo paso mal por él y me da un no-sé-qué no poder ayudarle, ni darle mejores consejos. Será porque no tengo nada más que hacer, pero realmente, paso tiempo pensando en qué decirle o cómo ayudarle.

Finalmente el chico nos hizo caso a todos y se lo contó. Evidentemente, pasó lo esperado. Ella le dijo que tiene pareja, que están bien y que no quiere nada más que amistad. Bueno, ya os podéis imaginar como estaba de ánimos el pobre.

Hoy he hablado con él después de cuatro días. Preocupada, le he preguntado por su estado de ánimo. Y se pone a contarme que el martes conoció a una chica en una discoteca, que si es tan simpática, que si parecía interesada en él... Y ahora, éste es el único tema posible. La Chica 1 ya no existe, todo lo que me ha dicho sobre ella es: “pero todavía me gusta”. Cuatro días y una noche de fiesta, es lo que le ha durado la desilusión. Parece que me ha durado más a mi la preocupación que a él la “depre”. Esto me pasa por tonta, es que una no se puede preocupar tanto por la gente.

 

Si es que ya me lo decían a mi, que “el amor eterno dura dos meses”.